CONTENIDO
Aunque con algo de retraso, al fin ve la luz este nuevo número, correspondiente al mes de agosto, en el que ofrecemos a nuestros lectores un artículo interesantísimo sobre la vida de los monjes cartujos, de la pluma de uno de ellos. Una buena oportunidad para ver de qué manera estos hombres, recluidos voluntariamente por puro amor a Dios, dedican su vida a servirle sumidos en la más absoluta soledad y en santo silencio; y a servir también de manera inigualable a toda la Iglesia, a todos los fieles y a todos los hombres, realizando una impagable labor de intercesión por la que nunca podremos estar suficientemente agradecidos. Desde su silencio y su soledad, dedican su vida y su oración para que a nosotros, al resto del pueblo fiel, nos vaya bien en esta tierra y, sobre todo y lo más importante, nos alcance el premio de la vida eterna.
Traemos también un trabajo, muy propio de este inicio de curso, de Eudaldo Forment sobre la figura del profesor, y específicamente del profesor católico, fundamental para el restablecimiento de una cultura cristiana que vemos casi desaparecida a nuestro alrededor. Es esencial recuperar una formación en valores, y sobre todo en virtudes, que posibiliten unas futuras generaciones que puedan detener y revertir la decadencia de la civilización occidental, antes conocida como cristiandad, cada vez más sumida en una degradación que va en aumento y que no parece tener freno. Finalmente, ofrecemos un trabajo sobre el martirio de las santas Perpetua y Felicidad, mártires, y otro sobre la madre Cándida, fundadora de las jesuitinas.
Queremos expresar nuestro profundo agradecimiento a todas las almas consagradas que oran e interceden en silencio por todos nosotros. Que el Señor escuche sus oraciones.