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En Laus Deo hacemos nuestras las palabras de san Pío X cuando advertía que «nuestro mundo sufre un mal: la lejanía de Dios». Por este motivo, seguimos empeñados en dar a conocer y defender la fe católica, nuestras tradiciones y el pensamiento de los teólogos, pensadores, artistas y literatos que contribuyeron a preservar el depósito de la fe pero cuyo recuerdo, en ocasiones, ha quedado enterrado en las arenas de la historia.
En este número, ofrecemos al lector un artículo sobre uno de los personajes más influyentes de la Cristiandad, santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden de los dominicos, en cuyo seno brillaron figuras tan destacadas como santo Tomás de Aquino, Alberto Magno o Francisco de Vitoria, cuyo pensamiento debería seguir alumbrando un mundo, el actual, sumido en la oscuridad y en el relativismo moral. El prestigioso Eudaldo Forment repite con un artículo en el que analiza el mérito de las buenas obras de cara a la salvación. Andrea Álvarez nos habla de Tirso de Molina, uno de nuestros grandes literatos, que defendió una fe católica sencilla y pura. Federico María Rago nos acerca a la concepción de la amistad de san Agustín, uno de los grandes padres de la Iglesia. José María Meidna nos ofrece un estudio sobre las virtudes cristinanas y cómo nos pueden alcanzar la bienaventurana. Por último, en nuestro número extra, rendimos homenaje a José Antonio Sayés con un artículo en el que veremos cómo demuestra teológicamente la resurrección de Jesucristo.
Queremos hacer una mención especial y agradecer la colaboración de Antonio J. Candado y Andrés Mateo, fundadores de la Asociación Cultural Huella Hispánica, cuyos fines compartimos. Esperamos que entre todos, y Dios mediante, logremos alcanzarlos.