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En el siglo VII, san Isidoro de Sevilla, autor de la Historia de los Godos, afirmaba que España era naturalmente católica y que debía estar unificada políticamente. Desde los Pirineos hasta el estrecho, de Lisboa a Valencia. Una unidad política y religiosa que no solo era necesaria, sino también el destino natural de los españoles. Por este motivo, no podemos olvidar que, frente a otros países, la Iglesia tomó un papel protagonista en la creación de una España unificada que empezó a tomar forma durante el periodo visigótico. Durante la Edad Media, cuando la península se encontraba totalmente fragmentada en decenas de reinos y ducados cristianos debido a la conquista musulmana, el arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, en su libro Historia de los hechos de los españoles, clamó por recuperar la unidad perdida tras el desastre del 711. Como curiosidad, cabe destacar que, una vez conseguida la unificación en tiempos de los Reyes Católicos, los obispos españoles, frente a lo que ocurrió en otros reinos, continuaron defendiendo la idea de España como objetivo último, mientras que en el resto de Europa se prescindía de la idea de nación para resaltar la universalidad del cristianismo.
En este número de Laus Deo, largamente esperado, hablamos sobre el concepto de España como nación católica, y por eso recuperamos el pensamiento del gran historiador eclesiástico José Orlandis. Por su parte, Eudaldo Forment nos explica las características del patriotismo según Balmes, mientras que Martí P. Coronado se sumerge en la biografía de Juan Donoso Cortés, una de las principales lumbreras del pensamiento tradicionalista español, hoy en auge como consecuencia de la progresiva degradación de la sociedad posmoderna.