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A lo largo de la historia el ser humano ha discutido, en ocasiones hasta la saciedad, sobre la posibilidad de acceder a la verdad. Para los sofistas, no existía nada fijo y estable, por lo que renunciaron a buscar un principio invariable más allá de las mutaciones de las cosas concretas y las opiniones. Frente al relativismo sofista, claramente escéptico, Sócrates advirtió que sí era posible conocer la verdad objetiva gracias al poder de la razón y de la dialéctica, que nos permite conocer leyes estables y normas válidas y universales para todos los hombres.
En Laus Deo creemos que, en un mundo como el actual, en el que parece haberse impuesto el subjetivismo y el relativismo moral, es más necesario que nunca volver a la Verdad contenida en la Sagrada Escritura, inspirada por Dios, que según la Dei Verbum, tiene la virtud de llevar a cabo aquello que proclama, posee una validez permanente, y «enseña firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad» que Dios quiso comunicarnos «para nuestra salvación». Nuestro colaborador Guillermo de Silos nos descubre el carisma de la inspiración bíblica que manifiesta la peculiar influencia que el Espíritu Santo ejerció sobre los autores bíblicos (hagiógrafos) para que la obra literaria, que fue fruto de su trabajo, fuese, al mismo tiempo, Palabra de Dios.
En este número también podrán encontrar un artículo del padre Francisco José Delgado sobre el papa san Gregorio VII, impulsor de la reforma gregoriana, que defendió la supeditación del poder temporal al orden espirtual encarnado en la Iglesia, y un fabuloso trabajo de Eudaldo Forment sobre el dogma de la resurrección de la carne, que proclamamos en el Credo, y su relación con la resurrección de Jesucristo.