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La cruzada de Barbastro de 1064

Andrés Mateo Pardo

Tres décadas antes de que se produjera la que la historia recordará erróneamente como la primera cruzada y que concluirá con la conquista de Jerusalén por los cruzados al mando de Godofredo de Bouillón en el año 1099, se produjo la Cruzada de Barbastro, acontecida durante el verano del año 1064.

Es para muchos considerada como la primera de todas las cruzadas o el precedente de las famosas cruzadas que le sucedieron en los años posteriores, y cuyos objetivos primigenios estuvieron centrados en Tierra Santa. Sin embargo, es sorprendente que en España la sociedad, en general, desconoce este hecho. Por ello este artículo pretende ofrecer algo de luz sobre la primera de todas las cruzadas, una cruzada en la que participaron diversos nobles venidos de diferentes partes del continente europeo, que se pusieron a disposición del rey de Aragón con el fin sumarse a la causa católica de la Reconquista y hacer retroceder a los musulmanes en la península ibérica durante el siglo XI, en plena Edad Media. 

Ramiro I y los comienzos del Reino de Aragón

Antes de empezar a hablar de la cruzada, conviene contextualizar el momento histórico y hablar también de los comienzos del joven reino de Aragón, cuyo primer monarca fue Ramiro I.

De Ramiro I lo primero que hay que decir es que heredó de su padre, Sancho el Mayor, el condado de Aragón, que elevó a categoría de reino. Su madre era Sancha de Aibar, habiendo nacido antes del matrimonio de su padre con la hija del conde de Castilla, doña Munia, lo que le negaba la condición de primogénito, al haber nacido de un matrimonio anterior. Sancho III el Mayor, a lo largo de su vida, había conseguido extender la dominación navarra hasta Pallars, por el este, y había incorporado buena parte de Castilla por el oeste. Al morir, Sancho el Mayor había distribuido sus extensos dominios entre sus hijos. Resultó fundamental la concesión de las tierras en torno al río Aragón a su primogénito, Ramiro, aunque, al ser el hijo fruto de un primer matrimonio anterior, era por tanto ilegítimo. 

Fue entonces, en el año 1035, cuando Ramiro I, a la muerte de su padre Sancho III el Mayor, heredó un pequeño enclave pirenaico en torno a las aguas del río Aragón, con entidad de reino. Territorialmente el joven reino era muy reducido. No obstant, sus gentes tenían una personalidad bien definida: se trataba de montañeses (labradores, pastores) que recelaban de las gentes del sur, las cuales tenían una fe y una estructura socioeconómica muy diferentes. Ramiro I conseguirá hábilmente establecer una línea fronteriza al sur de la cadena montañosa, que tenía como plazas fuertes más importantes a Sos, Carcastillo, Luesia, Biel, Agüero, Carcavilla y Loarre. A lo largo de la sierra de Guara también se establecieron pequeños puestos de vigilancia en las cimas de los montes, pero no precisaba de defensas especiales por constituir una defensa natural.

Un hito de gran importancia en el reinado de Ramiro sería la muerte de su hermano Gonzalo, sin herederos, lo que hizo que se anexionara entonces Ramiro los territorios de Sobrarbe y Ribagorza, que habían pertenecido a Gonzalo como herencia de su padre.

Quedaban entonces en manos de Ramiro I los tres núcleos de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza. La pequeña extensión del territorio, la falta de unidad geográfica y la dificultad de las comunicaciones interiores limitaban la capacidad ofensiva del joven reino, y obligaron a este monarca a llevar a cabo una política eminentemente defensiva, basada en la reparación de fortalezas, puentes y caminos. 

 

(Fragmento del artículo publicado en el número 4 de la revista. Para leer más, puedes hacer click a continuación)

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